jueves, 20 de agosto de 2009

LEV TOLSTÓI y JOHANN GOETHE

Azton, 20 de agosto de 2009

AZTON: Buena madrugada, queridos maestros. Sinceramente estoy muy cansado, deseoso de irme a dormir después de un día tan largo. Como es mi costumbre cuando ustedes están presentes, o se me acelera el corazón o se me enciende de calor la cara. Esto último es lo que ahora estoy sintiendo. Así que acá estoy, presentándome, antes de irme a dormir, bien entrada la madrugada.

Percibo una energía muy intensa y a la vez muy idealista, muy linda. La sensación que tengo es que está la pluma, la pluma de por medio. Ese sencillo instrumento que les permitió a grandes compositores musicales y literarios escribir esas obras tan maravillosas que hoy contamos como legado cultural de la humanidad.

Estoy algo inspirado, parece. Respiro profundo y doy la bienvenida a estas energías, a estos, seres a quienes pido que por favor se identifiquen. Sinceramente es impresionante: me viene a la mente Lev Tolstói y Johann Goethe; qué honor, qué honor. ¿Son verdaderamente ustedes los que están llegando, o esto es producto de mi reciente pensamiento en ustedes?

Sí, somos nosotros, Azton. Esta tarde, tú hiciste un ofrecimiento. Yo soy LEV TOLSTOI, y seré el primero que voy a hablar. Te decía, que escuchamos tu ofrecimiento donde, a raíz de los grandes compositores de la música de todos los tiempos que comenzaron a expresarse a través de ti, tú extendiste tu ofrecimiento a nosotros los escritores, y quiero decirte que también los artistas están deseosos de contactarse. Sé que estás cansado, pero también sé de tu compromiso, más allá de este cansancio, prestarte para que nosotros podamos expresarnos.

Habría tanto para decir. Sé que en la semana que viene, el grupo que integras va a dedicarse a la sanación de Rusia. Mi querida Rusia, que me permitió una de mis más maravillosas existencias, porque haciendo un rápido racontto de mi existencia allí, contaría…

Nací en Polyana, en el campo. De jovencito, mi hermano me llevó a la zona del Cáucaso, donde fui artillero con él. Luego obtuve un permiso para poder salir de allí, y en los tiempos interminables que yo pasaba en mi habitación de baños termales de recuperación, ahí comencé a escribir distintas manifestaciones.

clip_image002Yo, en mi interior, tenía un fuego. Yo iba viendo, por una parte, lo que era la vida holgada de la burguesía, y por otra, la realidad del campesino. Si bien, al principio, allá en Sankt Petersburg, seguí con esa vida, cada vez la sentía más vacía.

No sé a cuántos de ustedes no les está pasando algo así, no con este ejemplo, pero sí que hay algo que les llama y les dice: “esto no es; esto que estoy viviendo, no es”. Yo sentí eso también. Eso es un llamado del alma y de ese llamado es que quiero comentarles a ustedes. Si bien a mí me pasó hace muchísimo tiempo atrás, eso sucede todo el tiempo.

Ustedes, que son los trabajadores de la luz, los de avanzada, los que van trabajando en sí mismos, vengo a alentarlos a seguir en ello.

En mi vida he escrito obras que son consideradas magníficas, que me costaron muchísimo expresar. Pero yo sentía que tenía que hacerlas. La pasión de mi corazón estaba indicándome que es esto lo que tenía que hacer. Pero tuve que enfrentar grandes problemas sociales, pues llegó un punto que las realidades zaristas, la situación de una casta y de la mayoría de un pueblo hambriento, paupérrimo, abandonado, sin educación, me llevó a tomar esas banderas y seguir adelante.

A través de la pluma pude expresar todo eso: La Guerra y la Paz, el libro más conocido. Pero también Ana Karenina, donde justamente allí se plasma la vida de una mujer, en Sankt Petersburg, viviendo en toda esa pompa y a la vez jugándose por su pasión, y por el otro lado un hombre heredero de campos, Konstantin Levin, queriendo traer y aplicar ideas progresistas a sus campesinos, los mujik, en esa nación tan conflictiva, pero tan real, que después todo eso se desencadenó en la tristemente famosa revolución que todos conocen.

Fue también en los Cuentos Campesinos, donde quise llevar esa educación con una formación moralista, basada en la fe, que si vamos por el camino verdadero, no es el más fácil de los caminos, porque es el menos transitado, el que tiene más obstáculos, por ser el menos transitado. El camino más fácil es por el que van todos los que no quieren escuchar a su corazón.

Vengo a recordarles que se adentren en el camino de su corazón. El camino que cada una y cada uno de ustedes que me está escuchando, que me está leyendo, sabe por dónde ir. Ahí hay una voz que les susurra: “es por aquí”. ¡Háganle caso! Es lo mejor que les puede pasar. Vivan su propia pasión; y si para ello tienen que dejar alforjas, tienen que dejar cosas que llevan con ustedes, ¡háganlo!, porque lo que van a recibir es maravilloso.

Yo volví a mi Polyana natal, y desde ese lugar continué con la idea de terminar mis días allí. Si bien no tuve una vida fácil –quién puede decir que la tiene cuando abraza el camino de la verdad- He cometido varios errores, como ustedes también. Me volví anarquista, en contra de todo lo que era el orden establecido; me fui al otro extremo, pero fue en mi búsqueda. Todo eso lo plasmé en el papel, lo plasmé en mis ideas, lo plasmé en mis libros que hoy siguen siendo uno de los referentes centrales de la lectura de ideas que continúan avanzando, ayudando a establecer un camino en la verdad.

Vuélvanse a su propia fe, a su interior, porque allí es donde está vuestra verdad.

Lev, que es mi nombre ruso, León, que es en el idioma castellano, como TOLSTÓI, les saludo y les agradezco este espacio que me han brindado.

Mmmm; ¡qué mas podría agregar yo!

clip_image004Mi nombre es JOHANN GOETHE, y así como mi predecesor recién; él, ruso, yo, alemán, podría decir que he tenido una vida más fácil que la que tuvo Lev. No es la idea hacer una biografía porque eso lo pueden encontrar en cualquier lado. Vengo también a expresar esta idea fundamental. La idea fundamental de andar los senderos por donde la vida se los plantea.

Miren, yo soy famoso hasta hoy por los libros que escribí, por mis trabajos, por el movimiento que generaron mis ideas, cuando establezco primero el romanticismo alemán. Hasta que voy a Italia, donde me embebo de las ideas del clasicismo. A mi regreso a Alemania cambio totalmente ese pensamiento, revolucionando la cultura de mi país, revolucionándola hasta hoy; dándole un giro en el vuelco de mis ideas.

Pero en esas ideas yo no me quedé solamente en ideales filosóficos, en ese Kant que tanto marcó, sino también muy claramente me metí en el camino de las ciencias. Distintos trabajos en química, física, biología; mis ideas acerca de las plantas y la morfología animal, que ustedes podrían preguntarme: “pero Johann, ¿qué tiene que ver todo eso con la poesía, por la cual eres tan famoso?” Y es porque todo eso hace a la totalidad, y es allí adónde estoy apuntando este breve mensaje.

Busquen la totalidad, no se queden con un aspecto; integren el todo, absolutamente busquen integrar el todo. Mi obra lleva a eso, por eso es tan vasta y variada. En todos los aspectos, detrás de todo lo que escribí, lo que yo estaba buscando plasmar era la unidad, el punto del Uno, donde confluye todo lo que aparentemente es diferente y distinto, hay una esencia profunda que es la misma que lo sostiene y da la forma. Ahí es donde está el misterio, que nadie puede develar, pero que todos podemos comprender y vivir. Al menos comprenderlo cuando nos damos cuenta y nos permitimos ser parte de esa totalidad de Todo Lo Que Es.

Sin embargo, hay un punto para tener en cuenta. Ese punto lo puse de manifiesto en la publicación más famosa por la que se me reconoce, que es el Fausto.

Fausto es un ser que por la búsqueda del conocimiento, por querer conseguirlo, no duda inclusive en adentrarse en la magia negra, donde tiene una serie de luchas con los demonios, hasta que viene un ejército de ángeles a salvarlo.

Ése, es el camino de todos. No quiero decir que ustedes vayan por la magia negra, como mi personaje, pero muchas veces, en la búsqueda del conocimiento, lo que se pierde es la moral. Intentamos justificar acciones que sabemos y sentimos en lo profundo de nosotros que no son correctas. Ese es el llamado de atención de los ángeles, de los maestros: caminen por el camino recto, el camino de la luz; sean impecables en el pensar, impecables en el hablar, impecables en el hacer. Cuando se equivoquen, restauren ese error, tengan ese valor. Manténganse en esa moral profunda de todo ser de luz. Busquen el conocimiento, pero háganlo sabiamente. Pidan ayuda, porque hay un ejército de luz acompañándolos para poder conducir ese sendero pro el camino de la verdad.

Así, entonces, vamos a dejar descansar al canal. Sé que muchos más van a venir y muchos más van a traer este mensaje, que si ustedes se fijan, contacta o conecta con el mismo punto.

Yo soy GOETHE, y les agradezco vuestra atención.

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